Tenéis suerte que sea un zote para los números.
Por eso busqué otras ecuaciones y fórmulas en poemas.
Letras que decían verdades como principios matemáticos.
Aproximaciones en verso a las incertidumbres de Heisenberg.
Sí, tenéis suerte, lamentablemente me convertí
en otro inofensivo poeta
que se emociona con el sol después de la tormenta
o con los primeros brotes de un bosque quemado
o al ver
un pétalo blanco en una fresa y pensar
que antes fue una flor.
Es una suerte que llore con muchas películas
y ría con casi todo
y a casi nada le de importancia.
Sí, tenéis suerte, mucha suerte.
Porque nunca entendí por qué
menos por menos es más
o a despejar la incógnita de mi vida.
Los números se negaron a hablarme y en silencio busqué su belleza
en otros mundos.
Porque lo tengo claro, si no hubiera sido un zote
(con zeta de zafio, zurdo… zaíno) para los números
habría sido microbiólogo.
Y ahora estaría creando un poema con forma de virus
para acabar con todos… Cabrones.