Palabras que no

Palabras que no.
Abismo que deshoja
la danza derviche
¿o es la herida que de nuevo huye con los animales pequeños?
Caleidoscópicamente noche.
El desierto (este es el título del poema pero se me ha colado aquí entre las llamas).
Y la hoguera que palpita.
Dejarse de ser uno –despacio-
y desprenderse de la piel al fuego.
El recuerdo de unos pasos de gato.
(Silenciosas, estas palabras, han entrado por la ventana)
Descalzarse entre las piedras
y convertirse en arista
que disuelve el sueño		en insomnio
con dolor.
Aquí en Madrí  la g´ente 
no quiere hacerse viej´a –dice A.

Sombras de palabras (...)

Ser, como la nieve, más delicadeza que frío.
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Atardeces

y entonces atardeces
y los ocres y los naranjas
invaden tus ojos
y algo se desgarra algo 
se escapa en ellos
y quieres sostenerlos
en una foto, un dibujo, un poema
que inútilmente esboza
qué inútilmente muerta
la mariposa en el alfiler
en ese reflejo
de las estrellas en el pozo
y entonces atardeces
y los yoes y los naranjas
invaden tus otros
y algo se fuga en ellos
quedando solo 
una cáscara vacía 
en la noche

Intermitencias

A veces es mayo en ti. Y te lo cuento como abrir la boca en la lluvia. El agua vagabunda bajo las ramas zarandea el árbol en la plaza. Sus hojas escurren la luz. La farola se enciende y se apaga en la naturaleza inconsciente de si misma. Sus plumas, el viento, todo. La catedral rio entre mis dedos. Se escurre. La farola se enciende y se apaga.

La basura

Era ya tarde.

Sobre el muro niebla y lágrimas

y chinos viejos que fuman opio.

El metro pasa por la ciudad

dejando minúsculas gotas de rocío

que nadie ve.

Era ya tarde y tan discorde, por cierto,

con este mundo: una silla, un alma

y el chino -del que ya te he hablado-

fumando filosófico opio deja, en la esquina,

lo mismo que la puta deja.

-ya siempre huele a tristeza allí-

Era ya tarde. Y aunque la noche estrellada sea

parcialmente ceguera;

los enanitos lascivos siempre encuentran

cuartos oscuros donde llevar

a vuestros hijos.

Sí, a vuestros hijos,

a los mismos de “mi-hijo-nunca”.

Tan aparentemente inocentes.

Tan aparentemente vacunados

por sus papás reloj.

Revolcándose en la fariña.

Entonces: Las barredoras, los cristales rotos

hacen un último vestido de lentejuelas

que devuelve a casa

la basura.

 

 

Poema de El libro rojo

Íntimo

vamos a hacer una cosa

tú haces como que no estoy

y yo como que no vuelvo

y así

lo dejaremos todo

en una completa renuncia

como si no hubiéramos existido nunca

y entonces muy muy despacio entonces

lentamente

seré una sombra

                                detrás de ti y tú

detrás de la noche

fundirnos

bajo libros descuadernados

(aquellos que acontecen en pequeños milagros instantáneos y dan valor de eternidad al momento)

y estaremos a salvo

y nadie podrá entrar aquí

a nuestro lugar

al lugar íntimo donde duermen los pájaros

 

 

Inspirado en la película «Hierro 3»

Persianas

persianas

Persianas a medio bajar.

Persianas corridas en un rayo de luz.

Persianas luciérnagas en la noche.

Persianas perdidas entre los escombros.

Persianas que duelen a cerrado.

Persianas colmena

de avispas.

Persianas nido de golondrina.

Persianas cada vez más pequeñas cada vez más soga.

Persianas como bloque de edificios.

Persianas párpado azules de tristeza.

Persianas peregrinas con rincones arista.

Persianas mensaje en morse    (. . . – – – . . .)

Persianas bajadas, descuadradas, enrolladas.

Persianas ásperas.

Persianas entre el aire de los pájaros

y tú.

Kétchup

Kétchup

Napoleón. Chicago. Azul.

convoco nombres donde

un lugar

una mesa de un día

una baldosa rota y algún veneno

entre los dientes. cerca de

algún lugar que encuentra respuesta

y un

y un

teléfono que no suena.

está atardeciendo entre la oscuridad

que viene como la muerte

la noche no queda espacio

para decir que no, no, no-somos

solos de un lugar cerca de aquí

no están mis padres ya muertos

y yo y ella y tú que lees

estas palabras

los tres comomezclados

-tan cerca-

esperando decir esperando encontrar

algo

importante y excusarnos y devolver

tanta belleza rota

de una vaca

convertida en (una jodida) hamburguesa con kétchup.

 

 

Poema extraído del poemario El secreto de Zelda Zonk