Irrepetibles

nieve

Una mujer embarazada protege con la mano su vientre.

Nieva.

Suena como el crepitar de una hoguera.

Suena

otras veces silencio.

Una niña sonríe y coge de las hojas de dos pequeños tejos

un puñado de cielo y se lo da a su madre.

Las agujas de los pinos se tiñen de blanco a trazos como canas.

Una compañera del trabajo, que hoy se jubila,

sale a la puerta a fumar un cigarro mientras

ve caer los copos los segundos

irrepetibles.

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como la primera vez

FARO

tan leve es mi corazón

deshabitado

convertido en piedra

y en silencio

tan leve huracán

duerme

junto a mí

con el abandono de las algas

y se injerta en las venas

y es ya todo naufragio

era verano y la ventana traía

la noche, el viento, los grillos y tu nombre

tu nombre escrito en los ríos

tu nombre como última sonrisa

refugio de pájaros, olor

a hierba recién cortada

tu nombre lluvia

y flor de tilo

donde los árboles aún

y las raíces no tienen memoria

y todo es

como la primera vez

helado de limón

excusas

abro la puerta y me digo a mi misma

que soy fuerte  como un helado de limón

que en las escaleras hay un juguete

con una sonrisa y una lágrima

en el suelo

que hay un lugar para volver

un lugar para juntos

 y nadie más

dulce helado de limón otra vez en el suelo

y los tambores tocan verdad

igual que las campanas tocan a muerto

y me digo a mi misma

que soy buena

y fuerte

y que puedo sin ti

y me digo a mi misma

y me cuento yo qué sé

-cualquier excusa-

para seguir rompiéndonos juntos

Ella

Ella es mi mujer. Ella es mi madre. Ella es mi hermana. Ella es mi amiga, mi amante, mi confidente, mi secreto. Ella es la tierra. Ella es el fruto y la flor. Ella donde hundo mis raíces en ella. El origen. La playa donde las tortugas van a desovar. El crotoreo de las cigüeñas. El olor a lluvia en la tierra. Ella. Una mañana de invierno la vi en una oca extendiendo sus alas dando calor sus trece polluelos; otra, en una lágrima de una Virgen no recuerdo dónde… Y en el pecho de Lebeña –aquí sí estoy seguro-. Y en los primeros brotes de un bosque quemado. Y en una higuera naciendo de una alcantarilla. Y en todos los lugares que nacen está ella. El amor está en ella -o ella está en el amor, no sé-; esta idea se me escurrió como peces y no me dio tiempo a atraparla en letras… sucedió en un campo mientras una vaca pastaba mansa y serena la hierba: hablaba de vida, de entrega, de sacrificio, de bondad; hablaba con voz de madre eterna en el tiempo. Generosa. Azul. Hablaba con mil voces y una sola. Ella. Me atravesó como el arroyo al que vuelve la anguila. La huelo al pelar las patatas que nos da. La siento al plantar un árbol. Ella. Y en este instante, también, en esos pequeños dedos de los pies que se mueven mientras ella y yo vemos una película juntos.

mujer-tierra-simbolo