La noche y la soledad son hermanas.
Y la única luz que espera en casa encendida es
la de un frigorífico vacío o la de un microondas loco
que gira
que gira
dando vueltas a mi cabeza precocinada.
El silencio
y la soledad son hermanos.
Y la única voz que me da la bienvenida
es
un televisor con noticias siniestras
o la radio
con canciones que se repiten
una vez
y otra vez
el mismo día, a la misma hora,
miércoles y fines de semana alternos
como un disco rayado por la uña trágica de Ella.
Sí, lo sé,-no digas nada-
todo esto lo hago para no escucharme;
lo hago, para no oír la voz de mis pasos que aún descalzos
gritan:
“Estás solo”
Soy el rumor de una habitación sin cortinas.
Soy la g
o
t
a que cae al fregadero.
El tic tac
de una noche en vela.
Soy el brazo dormido. Soy
un eco de mí mismo que se apaga.