Si te dijera que
la poesía
está
en la flor del laurel de unos días de junio; en el
aleteo de las hojas que caen por el viento
también en primavera;
en los amarillos –en todos los amarillos-
de los dientes de león; en el humo
de aquel cigarro que asciende y asciende y asciende
hasta el lugar donde habita el olvido
y
sobre todo
en ese abuelo
que se acerca encorvado y se sienta
con su barba blanca turbante blanco chilaba blanca
y en todas
y cada una
de las arrugas de sus manos.
Os lo aseguro. Sí, os lo aseguro, está ahí la poesía.
El resto es
mi incapacidad de nombrarla.