las luces apagadas del laberinto
inmensos rincones silenciosos
caminar por adivinación
dar media vuelta e intentar
equivocarme de nuevo
la pared de kilómetros y kilómetros de hueco
la palabra existir
debería sembrarse por un jardinero
en un solar –abandonado- donde
solo crezcan escombros
la luz de la linterna
en profundidades jamás vistas
alegría, horror y Dios
acuerdan no decir nada
seguir el rastro de las sombras
dije yo silencioso yo “hola”
Hola. Hola. Soy yo.
Estoy aquí.
Yo no… consiguió murmurar el eco.