Porque nací con instinto suicida
tengo una constate voracidad de infinito
que me empuja a las estrellas
y a las vías del tren.
Quizás, si fuera aviador,
no tendría que asomarme a las ventanas
en un intento infantil
de arrimarme al horizonte;
no tendría que mirar al cielo
como ave con ala rota,
ni perseguir
la sombra de los pájaros.
Abismado, sólo intento sobrevivir
a un mundo interior que me aleja,
en un eterno anhelo al mar
y una inolvidable melancolía
por las montañas.
Allí, donde nacen…
allí, madre, necesito ir.
(atardecer, lavanda, colibrí)
Siento perder la vida que me diste
buscando.
Fotografía/collage: Luis María Ortega Chamarro Poema: Manuel Alonso