La última luz de la Navidad

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Nuevo canto

Solo quedan los botones

y una zanahoria seca

de nuestro

muñeco de nieve.

Apagaron, hace unos días ya,

las luces de los árboles.

Y las calles son más ásperas

más motosierra.

Las torres de alta tensión

se alejan

hacía un atardecer imaginado

cuando eres ciudad.

Y paseas y piensas que

las jaulas y las armas

las hacen los mismos.

Aquí todo se mezcla.

Todo se mezcla, amor,

no sé si bien o mal

como la piña en la pizza

como la alegría y la muerte.

Pronto florecerán los almendros.

Los días son más largos.

Y mañana escucharás

un nuevo canto de los mirlos.

Kétchup

Kétchup

Napoleón. Chicago. Azul.

convoco nombres donde

un lugar

una mesa de un día

una baldosa rota y algún veneno

entre los dientes. cerca de

algún lugar que encuentra respuesta

y un

y un

teléfono que no suena.

está atardeciendo entre la oscuridad

que viene como la muerte

la noche no queda espacio

para decir que no, no, no-somos

solos de un lugar cerca de aquí

no están mis padres ya muertos

y yo y ella y tú que lees

estas palabras

los tres comomezclados

-tan cerca-

esperando decir esperando encontrar

algo

importante y excusarnos y devolver

tanta belleza rota

de una vaca

convertida en (una jodida) hamburguesa con kétchup.

 

 

Poema extraído del poemario El secreto de Zelda Zonk

El puente de Tavira

el rio

el puente con

siete ojos

blanco está

atardeciendo

y las golondrinas sobre ellos

sobre el puente sobre

siete ojos

en parejas tal vez

cientos

que van y vienen, van y

las golondrinas en sus nidos

en las cornisas

cantan

oscurece y se escurre

la luz

como se escurre la vida

<sms> Hola

<sms> Hola

<sms> Hoy ha fallecido la mujer de José. La entierran en La Almudena mañana.

<sms> Mierda. Estoy en Portugal. No podré estar. Le llamaré. Muchas gracias.

se la llevó el cangrejo demasiado joven

joven demasiado joven

y a José le gustaba viajar

con ella

y a ella le gustaban las golondrinas

 

cantan

 

cantan y hacen sus nidos bajo las tejas

mientras la luz de septiembre se escurre

como la vida

en Tavira

Tavira

Humus

humus

Volveré a ti, madre.

Descansaré en tu vientre cálido

de luz

y leche dulce.

Volveré a ti

y podré devolverte al fin

parte

de lo que te he robado.

-siendo esta vez yo

el alimento y el poema-

Mamá, volveré a ti

y descansaré

del hombre,

de aquello que pesa,

y seré -alado-

entero contigo

en tus nubes, con el mar

y la lluvia.

Instinto suicida

31-001-2

Porque nací con instinto suicida

tengo una constate voracidad de infinito

que me empuja a las estrellas

y a las vías del tren.

Quizás, si fuera aviador,

no tendría que asomarme a las ventanas

en un intento infantil

de arrimarme al horizonte;

no tendría que mirar al cielo

como ave con ala rota,

ni perseguir

la sombra de los pájaros.

Abismado, sólo intento sobrevivir

a un mundo interior que me aleja,

en un eterno anhelo al mar

y una inolvidable melancolía

por las montañas.

Allí, donde nacen…

allí, madre, necesito ir.

 

(atardecer, lavanda, colibrí)

 

Siento perder la vida que me diste

buscando.

 

Fotografía/collage: Luis María Ortega Chamarro
Poema: Manuel Alonso

He dejado una manzana

manzana
He dejado una manzana en el coche
porque es verano, porque
allí dentro
al sol
se cocerá como en un horno.
Era bella y roja y yo
la veré agonizar decrépita:
arrugarse, oscurecerse,
tocar pegajosa  la descomposición
y pasar la lengua.
Oler su perfume como
a flor muerta. Dulce.
-Ella me dijo siempre-
Aquel gordo que conocí
también
decía querer mucho a su perro
pero se le olvidó
allí dentro
mientras se emborrachaba.

Poema y fotografía: Manuel Alonso
Publicado originalmente en Salto al Reverso http://saltoalreverso.com/

Se va

se va

…en el puente

sobre la autopista

veo pasar los coches.

Azul, negro, blanco, blanco, azul, rojo, gris, amarillo.

Está atardeciendo y las sombras

se alargan como chicle.

(No se quieren despegar del suelo)

Cuatro chicas –en otro lugar-

dos de ellas con velo

se hacen fotos:

detrás una cascada;

los arreboles se reflejan en su piel blanquísima

y los últimos rayos

de luz

brillan en sus lentejuelas.

-¿O son sus ojos? – Ríen.

Y mientras, pasan los coches :

Azul, negro, blanco, blanco, azul, rojo, gris, amarillo.

Pasan indolentes,

furiosos,

tristes…

Pasan como si a pocos metros de allí

no hubiera unos arces otoñando

en un jardín

de un hospital:

una habitación, una ventana, un amigo

que se va.

 

 

 

Poema dedicado a Juan Antonio, amigo y compañero de manifestaciones
que nos dejó este año en una tarde de otoño.

Salud compañero.