A las ocho de la tarde aplaudimos
a las valientes
a los que ya no están
y a los que están
pero están solos… Aplaudimos
para animarles
para animarnos
para animar al vecino que iluminaba con su linterna
y parece que hoy no sale;
para que el bebé de la terraza de enfrente siga bailando alegre
al ritmo de las palmas;
y para que este trueno se llueve la tristeza.
A las ocho
de la tarde aplaudimos;
bueno, no es la a las ocho
(siempre empieza unos minutos antes)
es como si los dioses del tiempo fueran rocieros -pienso
y no pudieran esperar más
para saltar la verja
de nuestra soledad ventana.
A las ocho de la tarde aplaudimos
y las nubes pasan y los toldos se ondulan y los días se alargan
y las palomas vuelan asustadas
a las ocho de la tarde… te llamo
después del aplauso ¿Vale?
con mi agradecimiento infinito a los sanitarios