La avioneta blanca

A veces me pregunto por qué no puedo.

Esa avioneta ya pasado dos veces por ese mismo cielo

o soy yo que me repito, me rebobino y me repito

en esta nada que no huele.

Vuelve a pasar la avioneta es blanca y vuela bajo.

Vuela al oeste;  vuela al atardecer aunque es mañana.

Vuela una paloma y se asoma al alero.

Por qué querrá estar aquí.

Pasa la avioneta blanca otra vez.

Creo que hace círculos.

Los buitres también hacen círculos buscando carroña.

Quizás soy yo que me estoy pudriendo.

La paloma ha encontrado una pareja: zurean –creo

que se dice así- y bailan también en círculos.

Pasa la avioneta blanca otra vez; esta vez

vuela más bajo.

Querrá aterrizar o morir o ya

habrá visto a su presa.

A veces me pregunto por qué no puedo.

Pasa la avioneta blanca otra vez.

Vuela al oeste.

Es casi un punto brillante entre las nubes negras

como una estrella fugaz.

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Nuevo canto

Solo quedan los botones

y una zanahoria seca

de nuestro

muñeco de nieve.

Apagaron, hace unos días ya,

las luces de los árboles.

Y las calles son más ásperas

más motosierra.

Las torres de alta tensión

se alejan

hacía un atardecer imaginado

cuando eres ciudad.

Y paseas y piensas que

las jaulas y las armas

las hacen los mismos.

Aquí todo se mezcla.

Todo se mezcla, amor,

no sé si bien o mal

como la piña en la pizza

como la alegría y la muerte.

Pronto florecerán los almendros.

Los días son más largos.

Y mañana escucharás

un nuevo canto de los mirlos.

Ser serpiente

ser joven otra vez

y poder equivocarme de nuevo

ver todo con

nuevos ojos

otros ojos que no

son

estas tristes y cansadas celdas

de mirada descreída y maliciosa

que siempre

siempre

desconfían y no saben ya

quién es ése

que se mira afeitándose

y duda

si apretar un poco más

la cuchilla en el cuello

poder                   volver                   a creer

limpio

y abierto

como la mano tendida de un niño

a su padre

y pensar

que todavía  se puede

y pensar

empezar de nuevo…

ser serpiente

que muda la piel y deja

entre rastrojos

-estos ojos –

estas cicatrices y durezas

que tanto hablan de mí

Los arces otra vez

Los arces otra vez tan rojos.

Y las tiendas a las que íbamos

han cerrado o ya

son otras tiendas.

Alguien

que eras y no eras tú

ha cruzado la calle pequeña

rápida y embozada.

Al mirarte al mirarla

quise decirle:

Tienes los mismos ojos que tu madre.

En el silencio

de un polígono industrial en domingo

-bajo el cielo gris-

una formación de

grullas hacia el sur

se llaman.

Ingredientes para una mamá de mi época

20 gr de zapatilla roja de rizo

con suela de corcho que no duele.

1 ml de la saliva que cura todos los raspones.

5 gr de “a” o 5 gr de “o” dependiendo de la situación sofrito

para desmontar todos tus antojos:

Mamá quiero un caballo. Ni caballo ni caballa.

20 gramos de “tú verás” y otros 20

de “como vaya pa´allá ”.

1 chorrito de ametralladora “que te que te que te que te”

1 cucharada de “lo que lloras no lo meas”

2 trozos de la mejor tortilla de patatas del mundo

-no muy cuajada y con cebolla, por supuesto-

1 par de rayos x en los ojos.

100 besos de buenas noches y otros 100

de buenos días (Estos últimos

se pueden sustituir por tirón de sábana de “que te levantes ya”)

Vigilar cada 5 minutos debajo de párpado inferior

por si tienes anemia.

Espolvorear con ¿Dónde está el jersey azul?

Reducir con  “en su sitio”

Remover “cuál es su sitio” “en el cajón” “qué cajón” “en el de arriba” ”cuál de arriba” “como vaya pa´allá

Esperar el chancleteo de la zapatilla roja de rizo hasta que,

con su llegada, la salsa ligue y aparezca por si solo el jersey azul.

1 pizca de la receta secreta de sus rosquillas, bizcocho, filloas…

siempre incomparables. Irrepetibles.

Indispensable: calentar a fuego lento durante toda una vida con sacrificio, paciencia y amor infinitos.

 

A las ocho de la tarde

A las ocho de la tarde aplaudimos

a las valientes

a los que ya no están

y a los que están

pero están solos… Aplaudimos

para animarles

para animarnos

para animar al vecino que iluminaba con su linterna

y parece que hoy no sale;

para que el bebé de la terraza de enfrente siga bailando alegre

al ritmo de las palmas;

y para que este trueno se llueve la tristeza.

A las ocho

de la tarde aplaudimos;

bueno, no es la a las ocho

(siempre empieza unos minutos antes)

es como si los dioses del tiempo fueran rocieros -pienso

y no pudieran esperar más

para saltar la verja

de nuestra soledad ventana.

A las ocho de la tarde aplaudimos

y las nubes pasan y los toldos se ondulan y los días se alargan

y las palomas vuelan asustadas

a las ocho de la tarde… te llamo

después del aplauso ¿Vale?

 

con mi agradecimiento infinito a los sanitarios

Un abrazo

Imagina que pudiéramos

darnos un abrazo de espaldas

como si los brazos consiguieran

dar la vuelta.

Y pudiésemos juntarnos sin miedo…

Un abrazo, de esos,

que juntan dos corazones y dos cerezas y cierran los ojos

y hacen al tiempo denso.

Un abrazo que envuelva como líquido amniótico

y haga que inventemos

una palabra

que una

dos almas.

Algo así como almarados.

Un abrazo mamá.

Un abrazo ingrávido con tu mejor amigo  -en el galeón pirata de la feria-

Un abrazo como el que me di con mi padre

cuando la selección ganó la copa del mundo.

¡Campeones del mundo!

Un abrazo como los de antes…

Imagina que

estas palabras son mis brazos

y estoy contigo

soy contigo

ahora.

Abrazados.

Almarados.

Halo

-Hola

-Hola

-¿Sabes un truco

para reducir la mascarilla a los niños?

(Solo se adivinaban unos pequeños ojos negros)

-Sí. Lo que pasa

es que está tan dada de si

que no se puede…

Lleva diez días con la misma…

(No sé por qué no lo pensé antes)

Y es que es lógico.

(si no tienes para comer… menos para una mascarilla)

Es tan lógico como el sol;

este mismo sol que va a salir mañana

con o sin nosotros; queramos o no

el mismo para todos y a la vez

tan diferente.

Ayer también apareció otro

espléndido halo solar

bajo el comedor social.

halo2

halo

 

 

 

Manos de lejía

La lejía me da nostalgia.

Ahora que ese olor puebla mis manos

al limpiar toda mi vida

por la plaga.

Y no es por ese juego fonético de la ge

o jota.

Ni por empezar un poema garabato

o gato.

Éramos cuatro

hermanos que nos habíamos hecho

grandes  -golondrinas que gorjean-

y necesitan comer.

Bocas abiertas al cielo gusano.

Y mi padre cada vez

más viejo

más grávido

más gota

que se escapaba

entre sus manos de carpintero.

Entonces mi madre gladiadora galaxia

cogió la gamuza

para limpiar portales, pisos o

hacer guisos –como tantas guerreras guijarro de mi barrio-

Y cuando llegaba a casa

nos cogía por las mejillas

con sus manos de lejía

y nos besaba y nos decía:

¿qué tal se han portado

mis niños guapos?

 

 

dedicado a todas las limpiadoras del mundo. Gracias

A lo que me refiero

cierra los ojos al viento

pañuelos al viento

y un barco con nombre ciao

vías paralelas hasta ese punto roto

y el tren y el paisaje y una vaca

que mira indolente

el movimiento

el movimiento del viento

en la piel fría como nieve

-si has besado esa frente sabes a lo que me refiero-

nieve silencio

nieve que es viento tiempo congelado

que cae

y cae

único y perdido

como la sombra del reloj de sol

como un cohete espacial

como una estrella fugaz

que pasa

y ya nunca

ya nunca

ventanas de aeropuerto

quiero decir adiós

al pájaro azul

los ojos del pez

en la pescadería saben

a lo que me refiero

 

 

dedicado a mi tio Paco

Poesía para tiempos difíciles

Hola amigxs.

Aunque todos estamos viviendo tiempos difíciles hoy también es el día de la poesía. Os quiero hacer llegar un poema de una gran poeta italiano que se llama Tonino Guerra…

 

CANTO VIGÉSIMO

Al principio las gotas hacían temblar las ramas

y nosotros, detrás de la ventana, esperábamos

a que el agua lavara las hojas más ocultas.

Luego estalló la tormenta y llovió a mares

habíamos puesto un vaso en el alféizar

para medir el agua de la lluvia.

 

A las cuatro salió el sol

y en la ventana brillaba el vaso

lleno hasta rebosar.

 

Mi hermano y yo nos lo bebimos a medias

y luego nos pusimos a comparar el agua

del pozo con la del cielo, que es más blanda

pero tiene el olor de los relámpagos.

 

 

 

Esta tormenta del coronavirus pasará y pronto tú y yo beberemos el agua con el olor de los relámpagos. Cuidaros mucho hermanxs. Salud compañeros…

Manuel.

 

Nada

Nada

Vendo 10 kilos de nada

por 5 monedas de nada.

Lo vendo, si quieres, también en porciones;

al por mayor

al por menor

en minúsculas gotas de rocío.

Incluso en suspiros.

Mis estanterías están

repletas de nada.

Nada de todos los colores y de ninguno.

Nada de provecho: totalmente inútil.

Lo mismo que contar estrellas o granos de arena.

Lo mismo que este punto azul en cosmos

o cualquier poema.

También tengo cucuruchos

(adoro esa palabra) con sabor a nada

a esa nada que elijas íntima y única

mientras suena tu canción en silencio.

Gratis como un beso de madre.

Me acaba de llegar fresquísimo

contemplar una fila india de hormigas

(han dejado, incluso, un surco en la arena)

Tú decides.

Date prisa que me lo quitan de las manos.

Mi cabeza

astronauta pecera

mi cabeza

es una pecera

donde los peces giran y giran

y giran locos. 

alguien los echó de comer                                        

alguien extraño

alguien

que siempre estuvo ahí –agazapado-.

(el otro día vi un gazapo / lo vi un instante /pasaba con el coche/ antes de salirme de la carretera/ y comprendí inmóvil/ el porqué alerta y frágil de esta palabra: como la vida/ es un algodón que huye/ entre pequeñas nubes de polvo)

mi cabeza

tiene forma de casco de astronauta

que mira las estrellas

(porque esa luz/ o cualquier luz/ puede ser una estrella que ya no existe por ejemplo)

que tiembla –como yo- y gira

y giran y giras alrededor

de la farola la polilla –apagada-.

las farolas, me refiero.

y el sol sale a ratos y esa luz

blanca como al nacer

nos ciega y la música en silencio y nosotros

obscenamente tristes seguimos

sin encontrar respuestas en la cocaína

y ya toca mirarnos

nuestras caras leprosas saliendo de la discoteca.

 

Poema del libro El secreto de Zelda Zonk

Tiburón-hombre

Gira la cabeza y la mirada clava tiburón en la carne.

[Hombre 1]: Vamos hasta donde quieras, vamos, no tengo miedo.

[Hombre 2]: Nos matamos, si quieres, no tengo miedo.

No. Lo perdí de niño en el patio del colegio cuando decidí apretar los puños y pelear. Cuando estaba tragando polvo y arena y pelear. Era eso o escapar toda mi vida de mí. Y la aleta dorsal nació sola y los dientes se apretaron a la mandíbula. Ya no es un hombre aquel que está frente a ti, ni un hermano, ni un padre, ni un hijo. Es una cosa que hay que destruir, romper, quebrar, matar, matar.

[Hombre 3]: Luego; no importa luego. Solo ahora.

Él o tú. Ahora. Se me inflama el pecho y la sangre torrente por las venas; las aletas de la nariz/agallas se abren y algo estalla y algo sube por las entrañas y mi único pensamiento es morder. Todo es túnel, túnel absoluto, túnel punta de cuchillo y al otro extremo aquello que necesito voraz no-exista:

dientes y cuchillos, dientes-y-cuchillos, dientesycuchillos vvvvvdientesycuchillosvvvvv

El resto son trapos: prendas del disfraz con las que el tiburón se viste de hombre y puedes leerlas en los libros de Historia.

 

 

TIBURÓN // Hipócrita hombre di que tú no eres así/que soy un monstruo/que debo ir a la cárcel/al manicomio/a una isla desierta, al infierno./Mientras sigues nadando en el mar de sangriento/ en el Mar en Guerra./ Y ella, generación y generación de mujer/ criando carne para nosotros/ devorarla/por instinto.

Teatrema del libro El secreto de Zelda Zonk

Sos

A aquella máscara abatida

le sienta bien tu sonrisa.

A aquella cabeza loca

es un fruto feroz errante

(que a menudo llora)

Azote de lunas cantás.

Cantás como el pájaro.

Cantás como el viejo.

Cantás como la uva cantás.

Poeta, siempre sos

al sur –donde las aves-

Desnudo, sin nido, pobre.

 

Poema del Libro rojo

Inacabado

Vuelves como las noches.
Eres igual a una puesta de sol
o un reloj con diferentes diferentes horas de nuevo.
Vuelves con olores azules y a color
enteramente beso.
Vuelves inesperadamente golondrina
con manos que apagan incendios.
Ya no hay rosas con dientes.
Ni nada que temer…

 

 

(FALTA POEMA… a ti te dejo que lo termines, sin ninguna premisa, sin ninguna instrucción, sin paracaídas. Ama y escribe)

 

Mi amiga Mel lo continuó así:

 

Vuelves como los días ardientes, sin lluvia,
como el desierto en el que caminé sollozando,
en este reloj de arena que pasa de un lado a otro mi pena,
Y me ofreces, solo eso, ¿un beso?
Vuelves con esperanzas, con la vida rota, angustiado,
a mis manos de seda buscando reposo,
y aquí, sin condición, está mi pecho para refugiarte…

 

 

 

 

Guapo

Un mes después de San Juan

todavía quedan cenizas enterradas.

Ahora son las familias las que saltan –sin saber-

las ascuas extinguidas

en la playa.

Algunas aparecen en los castillos de los niños.

Algunas aparecen como flores negras en la arena.

Una niña coge un trozo de madera chamuscado

y hace de él  las veces de lápiz

escribe en la espalda de su padre:

“Papá guapo”

Ahí

Los lectores

con su cuello de cisne sobre las palabras aladas

asesinan ecos.

Voces que se convierten

en abruptos alaridos.

Qué bonito poema –dicen.

Qué bonito.

Y tú

decaes

como las flores en las Ramblas

al final del día.

Luego, pasan las ratas,

los camiones de basura,

y las putas chinas.

Y sabes

que es ahí

donde está el poema.

 

Poema de El libro rojo