
Archivo del Autor: bosque baobab
Poética
Ya
Gata compra pan para cenar y después vemos una peli en blanco y negro en el sofá con la manta. Qué ganas tengo ya de llegar a casa.
Nubes aborregadas

#ArtePorUcrania (Convocatoria / Call for submissions)

Originalmente publicado en Arte y denuncia: ESPAÑOL Hoy abrimos una convocatoria especial con motivo de la guerra en Ucrania. Convocamos a artistas y escritores en general a enviar o publicar obras de relato, poesía o artes plásticas sobre este tema. Cualquier persona puede enviar su obra al correo arteydenuncia@gmail.com para ser considerada para la antología.…
#ArtePorUcrania (Convocatoria / Call for submissions)
Indemnes
somos encuentros imposibles palabras que no voces entre la hojarasca que susurran mimos tocándose invisibles pisarse en el charco donde también llueve tu nombre polillas alrededor de farolas ¿puedes mirar a un pájaro y salir indemne?
La simetría sutil de los cuerpos inertes
No era
La palabra
Enredarse por aire que respiras
hasta llegar a la palabra exacta.
La palabra que hace nacer.
La palabra que enciende soles.
La voz del nombre
que agita vida.
La palabra que despierta luz.
La palabra sagrada que te llame,
que murmure el gran silencio
el gran vacío
que engendra todo ser.
Tu silencio.
Tu quietud.
Será la palabra exacta.
El rio infinito.
No existe
sin duda
ni se oye ni se ve
no existe
no existe nada
es hilo invisible donde memorias íntimas
se bañan de amor
singulares
y a la vez comunes
entonces despiertas
ser cualquier otro
ser cualquier uno
y desvanecerse
y nacer
en piedra, en árbol, en río
donde en las junturas se mezclan
el yo y las cosas
y todo es relativo
El intuitivo experimento klingon
…como te iba diciendo
la chica de ojos almendrados
y labios carnosos
mordía
una manzana verde;
después, una chocolatina
tan dulce y deseable.
Último aviso a los pasajeros
del vuelo siete, tres, nueve nueve , con destino a Oporto
embarquen urgentemente por la puerta catorce.
Suenan villancicos en la plaza
y se reparte roscón con
chocolate.
A la vez, en la iglesia de al lado,
doblan campanas a muerto.
Olga: –
(habla con una mujer en el lenguaje de los signos
ambas ríen en silencio)
mientras la mano ensimismada escribe
“la chica de ojos almendros
y labios carnosos
mordía
una manzana verde…”
el ruido alado de las palomas.
¿Te has fijado que los pájaros
suben a las cimas de los árboles
al amanecer?
La última luz de la Navidad

Arce en llamas
Clic
Para para para…
un momento, por favor.
(El arce en llamas
de noviembre amaneciendo)
Date prisa que
estamos en una curva.
Ya está ¿Te
has fijado en la luz
de la tormenta?
CLIC
Sí. Parece
una antorcha.
Cárabo
Asomado en el balcón
el anciano
con boina y pantalón de pana
busca
los horizontes perdidos en el pueblo.
Quizás haya venido
a pasar el invierno
porque su hija –preocupada-
no le quiere dejar
solo.
Y sin embargo,
es aquí,
en esta jaula de ladrillos
sin atardeceres
sin estrellas
donde el cárabo tiene
el ala rota.
Asomado al balcón
ve cruzar a la gente:
Una niña
pasea de la mano de su padre.
Su pelo le recuerda
el vaivén de los abedules en el monte.
Poética
en bicicleta
en medio de
la carretera
sin casco
sin agarrar el manillar
mirando
el atardecer
Los estorninos
Esta mañana
en el crepúsculo
todos los árboles eran contraluz.
Sombras chinescas del teatro de la vida.
De ellos, un concierto de estorninos despertaba.
Cien cantos mil cantos en cada rama
cantaban. Cantaban.
Y en un instante silencio.
Un silencio atronador.
Un silencio como de cafetera
en el bar (triste metáfora para un triste poeta).
Un silencio como de nieve.
Y después, en un momento, todas
las hojas de los árboles volaron
en forma de estornino.
Y el albor se hizo sombra.
Y el canto era ala.
Para luego nacer el sol –entre las hojas-
y de sus rayos
un plumón cayó leve.
Leve en intermitencias.
Leve como la alegría.
Y se posó en mi mano
sobre la línea de la vida
como los estorninos
en los alambres de espino.
26/08/21
Nos miran

Nos miran.
No son estrellas. Nos miran
desde nuestra oscuridad hasta sus ojos
esperan
como la araña a la polilla.
Polillas que se estrellan contra tu ventana insomne.
Ventanas iluminadas en ciudades muertas.
Luces con dientes de tiburón cantando
la canción del naufragio.
Rochas negras da Costa da Morte
aguardan
-en silencio voraz-
tu golpe seco de pájaro herido;
el clac
con el que se despide la flor marchita;
el olor almizclado a fruta
demasiado madura demasiado podrida.
Están ahí, en el garaje,
cuando sales del coche de madrugada.
Están
en esa llamada a deshora.
Habitan todas tus esquinas oscuras.
Ven, cierra los ojos –dicen
y sueña
que no podrás despertar.