Cartas

Escribo para que sepas que jamás te dejé de escribir.

Y aunque fueron mías las últimas cartas desiertas.

Jamás te dejé de escribir.

Sigo mirando a la Luna

para coincidir con tu mirada.

Sigo sembrando recuerdos

en la tierra

después de la lluvia…

Varias gotas se unen en la ventana.

A veces, me sorprendo dibujando tu nombre

en el polvo de una mesa

y ya no sé, si son tus letras las que me llaman

o son mis dedos que no han dejado de tocarte.

Otras veces, sentado en la estación

dejo pasar los trenes, como quien pasar los días,

por si tú apareces. Pero al final,

lo único que llega, es el vacío

de los andenes en mi corazón y alguna hoja seca

arrastrada por el viento.

Día tras día, hoja tras hoja, vuelvo a casa

envejecido y otoñado diciéndome:

“Solo los necios creen en el destino”

Pero no creas que he estado solo.

He besado muchos labios, he abrazado muchos cuerpos

recordándote.

Por eso sé que amor tiene infinitas caras

y todas como en un puzle hacen la tuya.

En la oscuridad empecé usando tu perfume.

Ante el espejo, vistiéndome de ti,

te imaginé frente a mí.

Y ahora, travestido, paseo por las calles buscándome.

Aunque confesaré, que si te viera, ya no te conocería

porque no hay nada tan mentiroso como los recuerdos;

son un muñeco de plastilina.

Juegas con ellos a saber quién eres

y te guardas en el cajón siendo otro.

Un trozo amarillo, un trozo rojo, unos granos de arena…

incluso un pelo de gato encontré en el último

que finalmente me salió en el hombro.

Y hoy,

la tormenta en la noche hizo la mañana doblemente hermosa;

tan hermosa

que me gustaría estar enamorado.

Por eso te escribo cartas.

Jamás te dejé de escribir.

Cartas sin destino, cartas que abandono, cartas en silencio

hasta que el mundo tenga una.

2 pensamientos en “Cartas

Escríbeme unas palabras en la corteza del baobab

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